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"Deberíamos pensar si la educación es relevante y pertinente para las aspiraciones que tienen los jóvenes"
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- Formación técnica profesional
En el marco del 9no Encuentro Internacional de Educación Alternativa y Especial "Experiencias y Prácticas Educativas para la Transformación e Inclusión", que se realiza del 28 al 30 de noviembre y es promovido por el Ministerio de Educación, tuvimos la oportunidad de entrevistar al expositor Carlos Vargas, oficial principal de proyecto de la División de la UNESCO – OREALC de México.
Recordar al lector que este evento pretende recuperar aprendizajes de experiencias y prácticas educativas, a la par de seguir con el diálogo con América Latina y el Caribe referente a los avances en el logro del Objetivo Educativo de Desarrollo Sostenible (ODS 4) que aborda una educación inclusiva, equitativa, calidad; y promover oportunidades de aprendizaje durante toda la vida para todos.
¿Cuál su expectativa sobre este encuentro?
Lo que me interesa de este evento es justamente el enfoque de la educación transformadora y el enfoque de educación para la inclusión, es algo muy cercano a la UNESCO y a la agenda 2030 con respecto al objetivo de desarrollo 4 que expone el garantizar una educación equitativa, inclusiva y de calidad con aprendizaje a lo largo de la vida para todos.
En este contexto, el trabajo de la UNESCO es liderar este objetivo y, obviamente, es este el enfoque de este foro que deseamos acompañar desde una perspectiva diferente, desde una perspectiva humanista.
¿Qué nos compartirá en este encuentro?
La presentación que tengo prevista tiene ver con un estudio que hicimos, que es un estado del arte sobre el aprendizaje a lo largo de la vida en América Latina y el Caribe. En este estudio hacemos una revisión de políticas educativas de los últimos diez años, de los programas gubernamentales como no gubernamentales y los aportes de la sociedad civil en tres sectores: los programas para la primera infancia, la educación técnica y profesional y; la educación para personas jóvenes y adultas. En la investigación vimos los puentes que existen en estos niveles y cómo estos, actualmente, son o deben constituirse en obligaciones constitucionales.
En términos regionales, encontramos un marco difícil en el que existe mucha desigualdad ya que América Latina sigue siendo la región más desigual del mundo, lo cual trae aparejado no sólo problemas de desarrollo; sino también de paz social, discriminación y desventaja acumulada, como la desigualdad de género.
¿Cuáles las recomendaciones necesarias en estos niveles?
Una primera recomendación es con respecto a la primera infancia y la necesidad de mayor financiamiento público. En ésta hay dos tramos de 0 a 3 años y de 3 a 5. En el primer tramo, los padres y madres de familia se ven obligados a costearla y, como es un derecho humano y un bien público, recalcamos la importancia de financiarla. También vimos que, en educación inicial, es importante entrar en una armonía entre la dimensión lúdica y áulica. Es claro que en este tramo se cambia de una perspectiva de aprender jugando y, de repente, se pasa al entrenamiento para que los niños y niñas estén callados y escuchando al profesor. En esto habrá que ver que hay modalidades de educación que no son áulicas y que pueden ser más significativa, tanto para el preescolar como para las personas jóvenes y adultas. Es necesario que podamos imaginar una educación y aprendizaje con nuevas formas y otros formatos.
En cuanto a formación técnica, hay una tendencia muy clara de hacer una apuesta por una educación que pone un énfasis para que los jóvenes aprendan competencias para el trabajo, lo que está bien; pero la formación técnica se está limitando y dejando de lado todas las competencias de pensamiento crítico, sociabilidad, de participación ciudadana que no están siendo parte de los currículos. En este ámbito, la recomendación es poder hacer currículos integrados en los que no sólo se los cualifique para el empleo, sino que se incluya educación para la participación ciudadanía, para la vida en común y la participación política.
Cada vez más, los propios empleadores y lo dicen algunas investigaciones del Banco Mundial, se recalca que las competencias que se necesitan para el empleo, no son las competencias cualificantes y cognoscitivas; sino que son las competencias sociales, transversales, competencias del siglo 21 que tienen que ver con: resolver conflictos, trabajar en equipo, el pensar críticamente; aspectos que no se incluyen en la educación profesional.
¿Cómo incluir al sector empresarial en la formación técnica?
En distintos países hay comisiones tripartitas en las cuales se definen los programas, los currículos y modalidades educativas donde no solamente se aprecia la mirada de los empleadores… está bien que el sector privado tenga necesidades de formación, pero me parece que el Estado no solamente puede formar mano de obra. Aquí, se debe lograr una negociación en la cual entren las necesidades del ámbito empresarial, la visión y necesidades del Estado acerca del tipo de sociedad que se quiere construir y; algo muy importante, las propias aspiraciones de los y las estudiantes y lo que ellos y ellas quieren hacer con esa educación.
Con esta forma de definir los estándares y los diseños curriculares se puede lograr algo más integral y fructífero, que si solamente se atiende la demanda del sector productivo.
¿Dónde deben estar las personas jóvenes en este proceso?
Lo primero que deberíamos pensar es si la educación es relevante y pertinente, no solamente social y culturalmente; sino para las aspiraciones que tienen los jóvenes. Lo que tenemos que hacer es escuchar, qué quieren aprender, para qué lo quieren hacer, cómo ésto es socialmente útil para ellos y ellas. No solamente es brindarles un cierto número de conocimiento y habilidades en matemática y lenguaje, que si bien vienen bien, éstas pueden entrar en desuso. Si una persona no cuenta con un medio que le demande estas necesidades de utilizar la lengua escrita o utilizar la aritmética básica, difícilmente se puede descubrir el vínculo entre la educación para la vida, para que los aprendizajes sean significativos. Por ello, es importante encontrar, por ejemplo, que las matemáticas están presente en nuestras vidas, desde las recetas de cocina hasta el colado para levantar un muro. O, en el caso de la lengua que ésta es útil para el diálogo en el espacio comunitario, para que sea un elemento de disfrute y goce, como lo es la literatura… cuando la educación va más allá de pasar un examen, es ahí cuando es más significativa.
¿Cuál el rol de la Cooperación en este escenario?
Yo diría que los diálogos sociales son fundamentales para la formación técnica profesional en los que es necesario que participen los empleadores, el Estado y las comunidades en la definición de los perfiles. Hace un momento, un expositor en el encuentro, hablaba de la certificación de competencias … la certificación en cocina, fotografía, carpintería y otros, los oficios que uno aprende sin necesariamente ir a la escuela. ¿Pero cómo certificamos a estas personas? En este ámbito es clave un diálogo social porque aquí definimos, como sociedad, qué es lo que queremos de una persona en términos de su desempeño, qué hace a un buen panadero, a una buena carpintera, qué hace a un buen técnico en sistemas, etc. Las discusiones pasan por definir qué competencias deseamos que tenga una persona en su profesión, pero también pasa por definir qué tipo de ciudadano queremos que sea como vecino, padre y madre. En esto habrá que trascender del hacer – hacer y que tiene que ver con el aprende a convivir y aprender a estar juntos. La recomendación es que la Cooperación apoye en la definición del tipo de ciudadanos que queremos.