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“La vid me pone contento y es una belleza”
Recuerda Maria Villarpando que hasta hace algunos años se ganaba la vida costurando, un oficio que indica le cansaba la vista y las manos pero, hoy, le resulta más llevadero y rentable el cultivo de la vid al que se dedica. Atraída por aprender se puso a estudiar cómo cultivar los viñedos y también puso a su esposo e hijo en la misma frecuencia.
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- Formación técnica profesional
La historia empezó cuando hace unos años en la comunidad Caiza (Yacuiba en el Departamento de Tarija) la institución PAR les brindó algunos plantines de uvas y también el Gobierno Municipal. Un tiempo después, y hasta la fecha, la Fundación FAUTAPO, regional Chaco, con el apoyo del Proyecto Formación técnica profesional dela Cooperación Suiza en Bolivia, no sólo les brindo 300 plantines sino que también organizó los procesos de formación técnica y acreditaciones respectivas para bríndales conocimientos y asistencia técnica en terreno.
Y ese sería el comienzo de muchas cosas: de una empresa familiar en la que su esposo Nicanor Velazco estaría entusiasmado y Jorge, su hijo, también se animaría a tomar estos estudios como su carrera profesional.
“Yo deje los estudios el año pasado y preferí que mi hijo pasara las clases de viticultura, además él nos explica, luego de sus clases, cómo realizar el riego o cuidar las plantas de las plagas”, explica la Sra. Maria.
Por su parte Jorge expresa que cada jueves, de cuatro a seis de la tarde, pasa clases en la Universidad de El Palmar y que sus prácticas son de ocho a diez. Luego de clases pone en práctica y asiste a sus padres en el cuidado de sus cultivos, prácticamente todos los días, explicándoles sobre sistemas de riego, control de plagas y cuidados de la uva moscatel que es la que tienen, indica.
Recuerda doña Maria que el año 2014 se fue a vender hasta Santa Cruz con la cosecha del viñedo y con el apoyo de la Fundación FAUTAPO. Llevaron 25 cajas, cada una de ellas con 12 kilos, que las pudieron vender a Bs. 15 por kilo. También fueron a Comarapa a ver cómo son las experiencias en otros cultivos de la vid y rescatar novedosas experiencias.
El espacio que le dedican al cultivo de la vid, explica el Sr. Nicanor, es de una hectárea con alrededor de 1000 plantas de uva. “La vid me pone contento y es una belleza”, resalta sonriente y cuenta que en otros años se dedicaban al maíz, las ovejas y gallinas, productos que les demandaba más recursos, tiempo y que fueron menos rentables en comparación con la vid.
En noviembre de este año ya tendrán una nueva cosecha, expone Jorge, quien estima que esta producción será favorable ya que están floreciendo bien las plantas a la par de expresar que, en un futuro, piensan poner mallas a los cultivos para proteger sus cultivos de las plagas que se asoman.