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“Mi certificado me ayudó a obtener un crédito para la compra de maquinaria”
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- Ministerio de Educación Bolivia
Salmuel Choque Ramos (35) se fue muy joven a Buenos Aires, Argentina en busca de mejores días y trabajo. Con mucho sacrificio aprendió de cero a confeccionar prendas de vestir para dama. Después de muchos años volvió a su natal Tarija, allá por el 2007, cuando llegaba a la presidencia un indígena, Evo Morales. Con sorpresa vio que había trabajo y se quedó. Luego fue certificado en sus saberes y competencias, lo que le permitió conseguir capital mediante un crédito y también trabajar como capacitador.
“Comencé de abajo”, dice recordando sus primeros pasos en el arte de la confección, una ocupación que aprendió lejos de su tierra y por necesidad, pero que no le pago mal, gracia a su dedicación, a su constancia y sus ganas de aprender.
Primero comenzó como ayudante de costura, en la provincia Lanús de la Argentina, luego continuó con la costura de carteras, en la especialidad de marroquinería, con una prima suya que también radicaba en el vecino país, donde por cierto viven miles de bolivianos y quienes se dedican a actividades agrícolas, confección, comercio, gastronomía, albañilería, ocupaciones básicas que van aprendiendo en la práctica y en el día a día.
Después de un par de años se trasladó a Buenos Aires, capital argentina, donde consiguió trabajo con fabricantes coreanos, con quienes también estaba aprendiendo, pero al notar que algunas cosas no podía realizarlas con expertis, lo dejaron cesante. “Cuándo ellos se dan cuenta que no saber hacer las cosas muy bien, no te echan, pero te dicen que descanses, y te dicen que necesitan a una persona que haga bien las cosas y rápido”.
Entonces Samuel fue trabajando y aprendiendo de a poco, junto a su esposa que también es parte del rubro. Después de unos cinco años, obtuvo cierta estabilidad en Buenos Aires, cuando la práctica constante convirtieron sus habilidosas manos en expertas y su habilidad en su herramienta para seguir adelante y hacer de la confección su profesión de la vida.
Su fuerte la confección de blusas de dama, en tela de seda y modal, pero también faldas, pantalones, cualquier prenda que pueda vestir una mujer. La experiencia, hizo que decidieron retornar a Bolivia, allá el año 2005, pero las condiciones aún no estaban dadas, la crisis política que vivía la patria lo obligaron a retornar a Buenos Aires, donde volvió a las máquinas, los hilos y las telas.
Su retorno, en 2010, ya no fue tan dificultoso como los anteriores, como ya conocían el mercado, volvieron a trabajar y ganar los pesos para el sustento de la familia. Fue cuando comenzó a trabajar como encargado en una fábrica de confección de prensas variadas, pantalones, caminas, blusas, faldas, vestidos, etc… donde permaneció alrededor de un año.
Con la experiencia y el conocimiento firme, Samuel cambió de trabajo con mayor remuneración en la fábrica de camisas de unos empresarios judíos, donde la calidad era primordial. “Ahí el trabajo era más estricto, había que trabajar con más detalle y había más control, entonces a la fuerza hay que afinar el trabajo”.
Llegando el 2013, nuevamente decidió retornar a Bolivia, un país más estable. Su primer hogar la casa de su padre en Tarija, donde junto a su esposa comenzaron a hacer sus primeras armas en el rubro de la confección, con algunas máquinas que se habían comprado fruto del trabajo de tantos años.
“En ese tiempo había trabajo por cantidad, eso vimos y nos quedamos a trabajar hasta ahora”, cuenta don Samuel, quien ha logrado construir su casa, donde ahora lo entrevistamos, en medio de sus máquinas y telas apiladas en su propio taller de costura.
Entonces recuerda que un amigo le comentó de la certificación de competencias, una oportunidad que no perdió y con ayuda de la institución “Mujeres en Acción” que coordina acciones con el Sistema Plurinacional de Certificación de Competencias, logró obtener su certificado de competencias como “Confeccionista”, siendo ellos el segundo grupo certificado en Tarija.
Una vez que obtuvo su certificado el 2014, decidió obtener financiamiento para la compra de maquinaria, para lo cual el certificado de competencias, que lo avala como confeccionista fue vital para la obtención del crédito bancario, que le posibilitó tener un capital de arranque con el que adquirió tres máquinas de costura industrial.
“Hay muchos que solicitan un crédito diciendo que son confeccionistas, pero en realidad no son nada, entonces en mi caso ese documento ha sido importante para que sea considerado como una garantía y un aval de qué es lo que somos y podamos tener el crédito”.
La certificación también posibilitó la conformación de su Asociación de Confeccionistas en la ciudad de Tarija.
Su certificado también le permite, en la actualidad, trabajar como capacitador en las ciudades de Bermejo y Tarija, donde comparte sus conocimientos con hombres y mujeres que reciben ayuda de la institución “Mujeres en Acción”, que trabaja con varios rubros productivos.
“A mí me ha servido de mucho, porque reconocer a las personas que no han podido estudiar es importante, porque no es porque no hayan querido tener alguna profesión o ir a alguna universidad, sino que no han podido, gracias a este reconocimiento muchas personas tiene trabajo para mejorar su calidad de vida y es bueno que apoyen así”.